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Mostrando entradas de julio, 2015
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¿Ubi sunt?  En la tarde, desde lo alto del castillo, veo a hombres pasar, dignos de pertenecer a este siglo hasta que descubro la encarnación de Narciso en su alma y de repente, me pregunto: ¿Ubi sunt? Aquellos que adoraban la vida, el amor, al prójimo, por encima de su codicia? Eterno tiempo, nada enseñas a los hombres venideros, sólo guerras y pavor, muerte y dolor. Sacerdotes heréticos, diplomáticos codiciosos, pobres honrados de Tercer Estado. Ese, que sólo sabe lo que es el pan, morcilla, sin conocer oro ni fortuna.  
¿Qué sería de mi? ¿Qué sería de mi, sin un simple recuerdo? ¿Qué sería de mi, sin un triste suspiro? Nadie me ve, nadie me escucha, sólo, completamente sólo pienso: Si de verdad existen dos mundos, si mi alma es verdaderamente pura y mi cuerpo es fruto del inframundo,  es el que me hace odiar este lugar.  Si podemos amar conscientemente, y dar sentido a Dios y a la vida. Disiden la gente del mundo, disiden de lo que es, de la alegría y sólo el amargo olor de esperanza que brota a veces de sus espíritus les mantiene con vida. Pero aún así odian este lugar. Mientras me pregunto: ¿Qué será de mi? Procuro vivir en este lugar entre gente de capa negra, sólo así puede uno amar.
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Mundanas calles En mi ruar por las mundanas calles cada mañana, deleitándome con el cantar de los bellos ruiseñores, asemejo tu belleza a los verdes prados, tu voz, al mar en calma, tus cabellos, a los crisantemos ondeando al viento. Te asemejo tan pulcra, como las noches serenas de verano, mientras me pregunto: ¿Cómo sería yo? Entretanto nos imaginamos paseando por el malecón, dónde te dije: ¡Anémonas parecen tus pupilas!
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Bajo la sombra de un viejo cerezo Bajo la sombra de un viejo cerezo, sentado en mi bello lar, mi remembranza me es fiel y empieza a recordar. Ahora  estoy aqui a tu lado contandote tristes mentiras, nostálgico cerezo. Eres una flor ya apagada, apagada como mi alma, como mis palabras, cuando se van. Pero aún asi, me escuchas viejo y lánguido cerezo. Mi vida, mis palabras, mi amor son términos inefables como lo es el morir. Bueno sois cerezo al escucharme, pues estas gentes trátome como extranjero.  
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Te contemplo desde mi ventana. Te contemplo desde mi ventana, transparente esta tu alma, de esta noche tan en calma. con tu cuerpo diáfano y triste a mi mirada convenciste, mi soledad atrapaste. Nunca más querida mía te otearé como aquel día, porque el ángel  moriría. Este ángel convertiste en cárcel de tus muslos. Él, compungido y desolado A Venus pídole consejo. ¡Tú lucero venerado, por los hombres contemplado! Díme ¿qué ves en el cuerpo desta mujer? iluminando su ventanal dijo:   Que su corazón topacio tu vereda iluminará hasta encontrar la eternidad.
Satíricos amores Te busco con mi alma diligente aunque a veces procuro callarla y pensar que no soy ese espíritu vulgar que su destino jamás encontrará. Mientras tu cuerpo, roba mi recuerdo a cada instante como lo hace mi querido banato. ¿Es tan tierno el olvido? ¿Amargo el futuro? Mientras sólo puedo amar hoy donde la depravación y el vicio llega a su cima, matando por siempre los siglos. Pero, cuando veo a los hombres amarte hoy, mi sentimiento se llena de  reminiscencias, y atraviesa suavemente su gladio, en mi atribulado corazón. Un hombre entre eternos, que busca un florido jardín antes de ahogarse en la muerte ¿Qué pondrás en mi epitafio? Un amor satírico... quizás nos unió, pero no quiero ser tu esclavo y el arte de filosofar, no quiero apagar las palabras, sobre lo bello de la vida y alzar mi voz, sobre nuestro incomprendido amor.
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Te pareces... Te pareces, a una cálida noche de agosto. Mientras los hombres duermen, para que en la mañana, encuentren la Gracia Divina, y luchar como un sultán por su patria, yo sigo aquí, en la inmensidad de la noche, buscando tus cabellos atezados, o quizás rucios, donde la luna, desapareció entre humos de esperanza. Dejándome, en mi soledad, buscándote, loca soledad. Pero de repente, te veo pasar, y tus labios, como fulgentes cerezas acercas hacia mi, hacia mi cuerpo quebrado, por tu voz, que hechiza mi alma, me dices, !Te amo! Y desapareces, a la vez que mi esperanza, muere, como tu beso.
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El aforismo del amor Querida mujer de bellos ojos. Querida mujer de bellos labios que al viento le susurras. Yo, que admiro tus andares como la estatua de un filósofo, como las palabras de un sabio  me pregunto ¿Porqué me clavaste en mi peana aquellas rubias fíbulas? Me amas, me entregas y me abandonas... En el Citerón, a merced de cualquier rebaño... ¿Miedo tienes a la vida, a los sentimientos? Mujer de bello cuerpo, con alma de esfinge.
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Si el reloj pudiera... Si el reloj pudiera guardar los sentimientos. Si el reloj pudiera guardar los inolvidables momentos. Si el reloj pudiera guardar las emociones. Si el reloj pudiera guardar los corazones que aman, y pudiera parar y dejar en el olvido, los afligidos corazones. Si me pudiera avisar, de tu sonrisa, de inmortal niña, de las veces que lloras, para que yo te sonría. Hablo con el atardecer, como lo hacía Miguel, pero el suspiro irrumpe en mi corazón, cuando este execrable reloj marca la media noche... !Maldito sea! !Tú! Que mi vida matas y con ella toda esperanza, de verla en la mañana.
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Cada vez Cada vez, me siento más lejos del mundo porque tú no estas en él. Con cada verso siento perderte. Con cada verso, más me acerco a mí mismo. Mi vida es como una obra de Pablo o quizás del Gran Salvador. Nací para vivir y burlarme de la misma y de su arte, como Samyro. Nací para filosofar y encontrarme. Nací para dibujar con letras sobre el papel lo incrédulo de la vida, que para muchos lo es. Y si alguien me preguntara, cuando llegarán mis años de sabiduría ¿Qué te ha dado la vida? Le diré la razón, para pensar que existo.
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Mueren... Mueren los cuerpos, muere el deseo, muere el amor, mueren los momentos. Lo único que persiste son las almas, aunque para eso, solo debamos morir. Solamente espero que tú seas la que me encienda la vela cuando ya no me queden fuerzas para seguir en este mundo, y que sólo me ofrezcas una lágrima de esperanza. Sólo con los versos, yo te puedo venerar. Y cuando el atardecer cae sobre mis ojos extenuados y estoy más cerca de la eternidad que de quedarme, me enamoro más de ti. No llores y enciendeme esta vela, para que siga enamorado de tu alma y así esperarte. Porque sólo tú, sabes escribir sentimientos. Porque tú, eres mi poesía. Ésta vela será mi alegría, porque cuando ella se apague, tu amor encontraré.