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Mostrando entradas de 2015
Nosotros los poetas. Nosotros los poetas vivimos con la duda concediendo libertad al espíritu amando la vida y su libertad, encontrando  el sentido de los sentimientos ocultos del ser. Encontramos amores imposibles, pero inolvidables. Vemos el cielo enfurecerse con la tierra, como los amantes con sus miradas. Amamos cada centímetro del cuerpo femenino. Encontramos la esencia pandeista percibiendo la naturaleza, a la vez que creamos poesía. Amamos las noches, las mañanas, el sol que florece los caminos, fruto de su fulgor, que despierta nuestra alma moribunda. Escribimos metáforas incomprendidas. Filosofamos en cada verso. Eso hacemos nosotros, los poetas. Amamos amar y vivir con libertad. Vemos la belleza de la muerte, como la felicidad que aquí nunca alcanzaríamos. Creamos desde una vida psicodélica, tenemos una mente sinestésica. Eso hacemos nosotros, los poetas.
Todo en la vida pasa, pasa todo en la vida. Querida, recuerdo tu sonrisa con cada ola del mar, recuerdo tu rostro, que invita a soñar. Haces sonreír a todos, con tu regocijo divino. Creo en quiméricos presagios, como un loco soñador, mientras me enamoro de tu mirada alegre sobre lo alto de la colina. Todo en la vida pasa, pasa todo en la vida, de esta sólo queda el amor y el recuerdo. Desconocemos el destino, el corazón misterioso que nos hará reír, llorar, amar. Pero aún así vivimos con una palabra, esperanza. Son mentiras las palabras, que escritas sobre papel llenan de júbilo nuestros días, nuestros momentos más recordados, como aquella primera cita. Ahora son palabras de añoro, a un ángel terrenal como lo eres tú, la eterna juventud. Todo en la vida pasa, pasa todo en la vida como un corazón roto, un amor predestinado. Aveces, no sirven palabras para apaciguar mi llanto pues nadie sabe lo que mi alma siente, mi corazón alterado com
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¡Oh querida! Dulce me pareciste niña. Eras como el viento en la noche, que atravesaban mis sienes. Contemplando el cielo sentía euforia, de saber que estas en algún lugar escondida. Tu sonrisa tan brillante, como plumaje de un cisne, la belleza que desprendes, con sólo una mirada, las palabras, que adornan mi aturdido alma. Eres tú la culpable de mis noches en vela. Ahora ,no sé dónde estás. Quizás, escondida en algún lugar dónde las flores brotan de alegría por tenerte a su lado. ¡Oh querida, querida mía!
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El último romántico Mi alma sonríe al buscarte, en noches ebrias durmiendo sobre tu pecho. Un sueño buscado, quizás predestinado, cruzó en mi camino tu figura de niña.  Niña de divina sonrisa y moreno pelo. Quisiera amarte, perderme en tu mirada y dejar atrás este doloroso hastío. que entristece mis días al recordarte, querida. Solamente la muerte puede dejarte en el olvido, pues el tiempo despierta mi melancolía. Si he de hacerlo algún día, no quisiera una cripta, ni recuerdos como a cualquier poeta. Solamente tu trascendencia a la eternidad, con una sonrisa.
Soledad Quizás la soledad sea mi amor y este metamorfoseada en cuerpo, en alma iluminando mi vida, para poder encontrarme. Entre montes y colinas que escuchan un fragmento de mi vida, se marchitan, mueren las flores lentamente. Las estrellas ya no iluminan y yo, lleno de dolor alzo un grito al Señor. No quisiera pintar con mis manos trémulas el cuerpo impecable,  sin pesadumbre de mis amantes . Porque me dejarán sólo, sólo con mi dolor. Pintaré con sangre, mi sufrimiento sobre papel, pues la juventud es lo que me dejó. ¡Tierna soledad acércate a mí, y con tu luz deleitarme!
A veces...  A veces percibo el olor seco de los pinos en los campos de esta árida tierra. Aunque despreciaba su ocre piel, cuando mis pasos echaban a andar por sus montes, encuentro sabiduría en su silencio, encuentro el amor hacia mi propia alma. De repente cierro los ojos e imagino la figura de una mujer esbelta, una mujer de rostro pálido y alegre que surca mis efimeras pestañas y despierta a las mismísimas estrellas de una noche soñada. A veces, con canciones te busco, te extraño pero no estás. Aún asi te amo sin saber que me deparará el alba. Cuando te pienso me asalta un leve paroxismo, del cual no me quería desasir jamás, querida mía. Mientras yo lucho por vivir en versos,para acordarme de ti, cuando muchos creen que vivir es tener una exaltación orgásmica. Pero para mi, amar es un frenesí, amar esta vida tan perturbadora, tan natural y confusa que te lleva a lo más furibundo de tu ser.
Amo con razón... El sosiego se apodera de mi cuerpo, cuando la noche serena, cálida, llega enseñándome su belleza. La luna iluminando mi rostro, iluminando un alma aleada con los hombres del presente.  Las estrellas giran como hojas en el viento, mientras hombres hundidos en la tierra ya no esperan nada, sólo unos claveles sobre su tumba, como recuerdo. Con la llegada del alba, irrumpe en mí el desasosiego de saber que soy un dacio entre cientos en el extranjero, dónde la misantropía adueña su humilde alma y su nostalgia por la patria es siempre eterna. Detestan lo extranjero, mientras sobreviven de sus tierras. Pero yo amo sus vidas, aunque me sienta lejos, amo vivir en cualquier rincón del mundo, porque mi fiel amiga siempre acompaña mis pensamientos. Tristes, alegres, mundanos, mágicos con umpoco de ¡razón!
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¿Ubi sunt?  En la tarde, desde lo alto del castillo, veo a hombres pasar, dignos de pertenecer a este siglo hasta que descubro la encarnación de Narciso en su alma y de repente, me pregunto: ¿Ubi sunt? Aquellos que adoraban la vida, el amor, al prójimo, por encima de su codicia? Eterno tiempo, nada enseñas a los hombres venideros, sólo guerras y pavor, muerte y dolor. Sacerdotes heréticos, diplomáticos codiciosos, pobres honrados de Tercer Estado. Ese, que sólo sabe lo que es el pan, morcilla, sin conocer oro ni fortuna.  
¿Qué sería de mi? ¿Qué sería de mi, sin un simple recuerdo? ¿Qué sería de mi, sin un triste suspiro? Nadie me ve, nadie me escucha, sólo, completamente sólo pienso: Si de verdad existen dos mundos, si mi alma es verdaderamente pura y mi cuerpo es fruto del inframundo,  es el que me hace odiar este lugar.  Si podemos amar conscientemente, y dar sentido a Dios y a la vida. Disiden la gente del mundo, disiden de lo que es, de la alegría y sólo el amargo olor de esperanza que brota a veces de sus espíritus les mantiene con vida. Pero aún así odian este lugar. Mientras me pregunto: ¿Qué será de mi? Procuro vivir en este lugar entre gente de capa negra, sólo así puede uno amar.
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Mundanas calles En mi ruar por las mundanas calles cada mañana, deleitándome con el cantar de los bellos ruiseñores, asemejo tu belleza a los verdes prados, tu voz, al mar en calma, tus cabellos, a los crisantemos ondeando al viento. Te asemejo tan pulcra, como las noches serenas de verano, mientras me pregunto: ¿Cómo sería yo? Entretanto nos imaginamos paseando por el malecón, dónde te dije: ¡Anémonas parecen tus pupilas!
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Bajo la sombra de un viejo cerezo Bajo la sombra de un viejo cerezo, sentado en mi bello lar, mi remembranza me es fiel y empieza a recordar. Ahora  estoy aqui a tu lado contandote tristes mentiras, nostálgico cerezo. Eres una flor ya apagada, apagada como mi alma, como mis palabras, cuando se van. Pero aún asi, me escuchas viejo y lánguido cerezo. Mi vida, mis palabras, mi amor son términos inefables como lo es el morir. Bueno sois cerezo al escucharme, pues estas gentes trátome como extranjero.  
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Te contemplo desde mi ventana. Te contemplo desde mi ventana, transparente esta tu alma, de esta noche tan en calma. con tu cuerpo diáfano y triste a mi mirada convenciste, mi soledad atrapaste. Nunca más querida mía te otearé como aquel día, porque el ángel  moriría. Este ángel convertiste en cárcel de tus muslos. Él, compungido y desolado A Venus pídole consejo. ¡Tú lucero venerado, por los hombres contemplado! Díme ¿qué ves en el cuerpo desta mujer? iluminando su ventanal dijo:   Que su corazón topacio tu vereda iluminará hasta encontrar la eternidad.
Satíricos amores Te busco con mi alma diligente aunque a veces procuro callarla y pensar que no soy ese espíritu vulgar que su destino jamás encontrará. Mientras tu cuerpo, roba mi recuerdo a cada instante como lo hace mi querido banato. ¿Es tan tierno el olvido? ¿Amargo el futuro? Mientras sólo puedo amar hoy donde la depravación y el vicio llega a su cima, matando por siempre los siglos. Pero, cuando veo a los hombres amarte hoy, mi sentimiento se llena de  reminiscencias, y atraviesa suavemente su gladio, en mi atribulado corazón. Un hombre entre eternos, que busca un florido jardín antes de ahogarse en la muerte ¿Qué pondrás en mi epitafio? Un amor satírico... quizás nos unió, pero no quiero ser tu esclavo y el arte de filosofar, no quiero apagar las palabras, sobre lo bello de la vida y alzar mi voz, sobre nuestro incomprendido amor.
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Te pareces... Te pareces, a una cálida noche de agosto. Mientras los hombres duermen, para que en la mañana, encuentren la Gracia Divina, y luchar como un sultán por su patria, yo sigo aquí, en la inmensidad de la noche, buscando tus cabellos atezados, o quizás rucios, donde la luna, desapareció entre humos de esperanza. Dejándome, en mi soledad, buscándote, loca soledad. Pero de repente, te veo pasar, y tus labios, como fulgentes cerezas acercas hacia mi, hacia mi cuerpo quebrado, por tu voz, que hechiza mi alma, me dices, !Te amo! Y desapareces, a la vez que mi esperanza, muere, como tu beso.
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El aforismo del amor Querida mujer de bellos ojos. Querida mujer de bellos labios que al viento le susurras. Yo, que admiro tus andares como la estatua de un filósofo, como las palabras de un sabio  me pregunto ¿Porqué me clavaste en mi peana aquellas rubias fíbulas? Me amas, me entregas y me abandonas... En el Citerón, a merced de cualquier rebaño... ¿Miedo tienes a la vida, a los sentimientos? Mujer de bello cuerpo, con alma de esfinge.
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Si el reloj pudiera... Si el reloj pudiera guardar los sentimientos. Si el reloj pudiera guardar los inolvidables momentos. Si el reloj pudiera guardar las emociones. Si el reloj pudiera guardar los corazones que aman, y pudiera parar y dejar en el olvido, los afligidos corazones. Si me pudiera avisar, de tu sonrisa, de inmortal niña, de las veces que lloras, para que yo te sonría. Hablo con el atardecer, como lo hacía Miguel, pero el suspiro irrumpe en mi corazón, cuando este execrable reloj marca la media noche... !Maldito sea! !Tú! Que mi vida matas y con ella toda esperanza, de verla en la mañana.
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Cada vez Cada vez, me siento más lejos del mundo porque tú no estas en él. Con cada verso siento perderte. Con cada verso, más me acerco a mí mismo. Mi vida es como una obra de Pablo o quizás del Gran Salvador. Nací para vivir y burlarme de la misma y de su arte, como Samyro. Nací para filosofar y encontrarme. Nací para dibujar con letras sobre el papel lo incrédulo de la vida, que para muchos lo es. Y si alguien me preguntara, cuando llegarán mis años de sabiduría ¿Qué te ha dado la vida? Le diré la razón, para pensar que existo.
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Mueren... Mueren los cuerpos, muere el deseo, muere el amor, mueren los momentos. Lo único que persiste son las almas, aunque para eso, solo debamos morir. Solamente espero que tú seas la que me encienda la vela cuando ya no me queden fuerzas para seguir en este mundo, y que sólo me ofrezcas una lágrima de esperanza. Sólo con los versos, yo te puedo venerar. Y cuando el atardecer cae sobre mis ojos extenuados y estoy más cerca de la eternidad que de quedarme, me enamoro más de ti. No llores y enciendeme esta vela, para que siga enamorado de tu alma y así esperarte. Porque sólo tú, sabes escribir sentimientos. Porque tú, eres mi poesía. Ésta vela será mi alegría, porque cuando ella se apague, tu amor encontraré.
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Hundido en la noche Mis sentimientos fueron siempre taciturnos, cuando te acercabas hacia mí, como el viento. Tus sonrisas, me ofrecían un mar colmado de esperanza . Tus miradas, alegraban mi apesadumbrado alma. El día es mi muerte, porque me apaga con sus rubias centellas. La noche, es mi existencia, mi sabia, mi morena y tierna amada. Ella es la que escucha, los vaivenes de mi vida atolondrada. Y me recuerda, que soy el hombre, que tu amor eterno busca.
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Entre caminos... Entre las colinas y la niebla de cada amanecer,  por los caminos andando con un candil busco mi alma, mientras me evaporo. Entretanto, la luna, llora mi desgraciado destino. De repente, aprecio tus cabellos vestidos de oro en la noche, cuando ya estaba dormido y soñaba contigo. Esa noche en la que yo era tu amir, y tu mi amirah. Y nos amábamos eternamente en el cielo con ternura. Pero otra vez te vas, y dejas la amargura enarbolar mi corazón. Entonces, yo a los arcángeles como Israfil me encomiendo, para poder ver otra vez más, tus rizos atezados, y tu gracejo rostro, mientras nos amamos en la serenidad de la noche y sus estrellas.
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Dulce sentimiento No puedo adorar a ninguna mujer, de este tiempo y espacio existente que no seas tú, querido amor. Mirándote por días, me enamore de ti hasta que la sombra de tus labios que contemple en la lejanía, se apiadaron de mi. Me pregunto, ¿en qué lugar del ara pondrías nuestro noche de amor? Mientras mi vida, contigo, yo me quedaría. ¿Y  porque mi existencia atormentas dulce sentimiento? Si despareceré, sin sentir sus abrazos. Dulce sentimiento, que alcanzas mi pensamiento ¿Te importa si me duele, si acaso soy feliz? Si su joven sonrisa, nunca más veré, bajar del paraíso.
Amor eterno En una noche de verano, en su castillo la está esperando el príncipe, que de ella se enamoró. Su hada de pálido rostro y cuerpo angelical, entra como el viento a su aposento. Se sienta frente a él y su cabello cae suavemente por sus mejillas, intentándole amar. Muriéndose sus párpados están, cuando sus labios le intentan besar al príncipe alocado por su presencia. Las flores cantan su desgracia, pues ellas saben que el amanecer él no alcanzará. La muchacha de su cuerpo quiere adueñarse. Sobre él caerá, la maldición de aquel amor que la dulce hada le envió. ¡Ya no me verás jamás, pues me perderé en la eternidad! Ahora por la celosía del habismo me miras mientras yo sufro aquí en mi lecho por que nunca te pude tener, a mi vera siempre. Las estrellas lloran mi prematura muerte, púes me abrazaste con tu lluvia de oro de la cual me enamoré eternamente. Ahora envuelto con una capa blanca, te veo rezar por mi alma, q
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Tan frágil eres niña. Alma que vaga sobre mis pensamientos sombríos. Que con tus cabellos, desatas mi rebeldía. ¿Como llegaste a mi vida? me pregunto, mientras te veo pasar por mi tenue mirada. La luna mi ventanal visita. Ahí estás tu querida amiga. Contemplándote estaré por siempre, mi alma benevolente. El cariño que te tengo, ni la tierra que sobre mí echarán, me lo podrá arrebatar.
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Solo por un beso Veo del cielo descender a la hermosa estrella. De repente deslizando por mi angosta ventana entras querida Pléyade, en plena noche para adueñarte de mi hogar, triste y melancólico. Tus ojos lloran cenizas, restos de mi corazón que a Hefesto le mandaste arrancar. ¿No me digas que as venido a amarme? ¡Dímelo! y no calles como en tus noches. Quitame este destello que me acompaña siempre que aunque muera, quisiera sentir tu beso. Miedo tengo de amarte, pues no quisiera que el alma me doliera. Déjame, no me tortures y vete allá a lo lejos que ya me costumbré estar sin tu cabello niña, sin tus pálidas mejillas, sin tus labios cerezos. Me basta con contemplar tu rostro cada noche. Si yo amado mío te pidiera una hora de amor, después morir como una estrella fugaz, tus bellas manos por mi cuerpo sentir. quisiera arder en tus labios, después desaparecer en la oscuridad. Solamente queda eso, pero ya no me da tiempo, puesto que
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¿Dónde estas cabello de angel? ¿Dónde estas cabello de ángel?  Te me fuiste silenciosa, en la tarde. Me dejaste tu mirada extravagante, que ahora la busco desesperante. Vagaba por las calles, deseando encontrarte a ti querida mía, que algún día me amaste. No se si contarte, que tu me cautivaste, con tus ojos, que levantan mortales. ¿Dónde estas cabellos de ángel? Te perdiste en mis noches apasionadas, esperando una respuesta de los astros que solo ellos me son fieles, y entienden mi amor. Te pregunto ahora ángel, que mi vida atormentaste ¿A quién entrego mi alma y mi corazón cansado? Quizás a Dios me tengo que entregar, porque solo Él me amará y no me dejará morirme por tu amor. Esta cruz que me dejaste, dormida en mis rosales, para que vele mis recuerdos, por ti dejados. Despertose del sueño profundo, y mi corazón amó. Solo ella sabe mi llanto, que tu rostro me dejó. Siento que mi muerte se acerca, y aún tu no vendrás. Un deseo
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Te apareces en mis noches Siempre te apareces en mis noches, me susurras palabras silenciosas alegre melancolía mía. ¿Dónde estabas cuando te necesitaba? Nunca me quisiste en tus días, cuando quería atrapar tus miradas. Mientras la noche se aleja tu me dices ¡ven! queriéndome atrapar con tus diamantes y arrastrarme por tus caminos, de negros tulipanes, tanto, que la luna se estremece, y su luz, se entristece y muere dolorida por verte a ti, querida melancolía. Siento que pronto me despertaré, porque el rayo traspasará mi ventana, y te esconderás como el viento entre las nubes. Llegando la hora final de tu periplo por mi cuerpo sin velero. Déjame tus dulces besos sentir en mis coloridos labios.
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Se que marcharás mañana Se que marcharás mañana al luminoso Olympos donde estarán las diosas, que viendo como las estrellas extinguiendo su destellos, de ellas se enamoran. No olvides este mozo, que tanto te amó contemplando tus oculos, brillantes mientras el fuego de tu ribete, bajaba lentamente a mi pantano soñador, y destruía el mundanal placer. Ahora, yo estoy inmerso en esta diáspora en la que nadie me es fiel, mientras tú, felizmente en el Concilio de los Dioses estás enamorandoles con tus cantades de ángel. ¿De que me sirve las caricias que envías con este céfiro viento, para que mi dolor apacigüe? Si no alivian mi amor por tu rostro angelical. Solo deseo que algún día, bajes de aquellas nubes,  donde estas sentada, reinando tu templo, y raptarme con los centauros de Hipodamía. Y amarnos, en el mar ondulante que acaricia tu envés.
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Hada de un sueño Decíase una vez, que hubo una fermosa hada con el pelo tan fino como la hebra que al mismísimo príncipe  turbó. Apareciose ella de repente, ante su mirada. Él, incrédulo de ver a la fermosa hada, alzo su mirada al destello del firmamento pero desapareció. La  túnica blanca que envolvía su torso, la convertía en una traviesa niña que el mundo no le importaba. Cuan bella es ella, como la hada de los bosques de rosas. ¿Acaso cuenta sus miradas? Mírole con rostro suspicaz ella mientras, el príncipe admiraba su belleza eternamente en el crépusculo de estrellas. Del cielo es destello y en la noche brilla la fermosa hada, de moreno pelo que su rostro desanuda aquella lunática melancolía.
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Mi vida es un río Mi vida es un río, en el que ahogo mi pensar porque tú, Demeter la has raptado sin dudar creyendo que solo a ti, debía de amar. Aún pienso en el beso de tus arcos sin piedad, que atrapó mi solitario corazón, en la oscuridad, de aquel bosque, donde la luna ocúltose como estrella eterna entre las nubes. Mientras la brisa mataba mis llantos por instantes, dejándote como recuerdo mi último suspiro. Lo atrapaste con un parpadeo de tu ocelo mientas la noche se presentaba fría para llevarte a ti doncella, y jamás este contigo.
La fuerza no hace el derecho, ya que el más fuerte no es nunca lo suficientemente fuerte como para ser siempre el amo. (Jean Jacques Rousseau)
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Aeterna Dame un solo momento de eternidad para percibir tu felicidad. Solo te pido eso, querida infancia mía. Recordar aquel anhelo de evadirme en tu floresta, que el río atraviesa. Y dormirme entre tus praderas. Que tu mirada menguante y dulce caiga sobre mi cuerpo eterno, mientas estoy inundado en tu perfume. De repente me dejas inmerso en mi dolor de saber que estas, y te alzas en la noche carestía de estrellas. Ahora solo tú, estas en el cielo bruno mientras yo te contemplo atónito sin saber si volverás a aparecer en mi sueño.
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Vendido Te imagino con tus centellas del Sol nacidas, vagando por el filón de mis caminos. Resplandeciendo tu recuerdo. Mientras tus párpados envueltos en capas doradas, muertos están Tus orillas, quieren afligir mi existencia, con el beso pagado con siclos y arrojarme en tu Aceldama. No me dejes en este fuego, en el que tristemente lamento, haberte venerado como a Venus. Parecía Cesar, adoptandote para que seas mi protectora de ese mundo escondido. Eras una ilusión para mi. Y por esa razón, te convertí, en Pantea de mi templo. Las nubes lloran mi llanto porque tú, me afanas con tu voz, que me apasiona.

nana de bella

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¡Pseudoideus! Te busque, en mis noches perdiendo la esperanza de ver el mañana. Esas noches repletas de lágrimas y viendo como las estrellas me rehuían Te busque en mis pensamientos vacíos... ¡Tú! Ves todo, nada oyes, a veces, estas ausente Tu belleza me bloquea, a la vez que tu ser me empecinó, con su lucero ausente.
Serpiente de cascabel Vistas de tinieblas tengo, Ante mi ser las sostengo. Nunca supe que hacer, Para verla otra vez. Serpiente de cascabel, No me dejes otra vez Con sus sentidos transparentes me decía, olvídame y vete. El cariño que supuso aquel beso frió tuyo. Despértose, del sueño De esta vida sin razón. El amor y la verdad quería el encontrar. Más, no por él, sino por el que vendrá. El mortal que quedará, a María se encomendará. Para saber, si de su chasquido, se enamora violento.
Querida mía, Rumania… De pequeño quise ser aquel hombre, que su patria quería vencer. Jamás pensé en ver aquel mundo desolado en la manos del héroe, degollado. ¿Tú qué piensas dulce tierra De la vida que te dan? El día que lo venciste, Aprendiste a amar tus raíces. Aunque te olvide por instantes, Nunca deje de amarles A aquellos que decían Que yo allí, perecía.
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Nunca llegue a escribir, Tantos versos, por ti María. Solo sé, que por un instante Que en tu orilla dormiré. En un efímero descanso, Que en mi vida encontré. No quiero ni pensar, Aquello que me dirás. Que solo quieres mi amistad, Con tu amor y tu bondad. Solo quiero pedirle, Antes de llevarme con Él que me deje perdido en el mundo y no confundido en el suyo.
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En mis noches Desde aquel día de verano, cuando mis luceros vieron aquellos jovenes anillos, mis sentidos despertaron de aquella tormenta. Ella, es como aquel mar fugaz. Mis noches, dias, incluso horas estan llenas de su belleza. Su simpatia llena mi alma Su sublime mirada, mi espirítu De aquella esencia inmortal. Es mi musa excelente en mis crepúsculos, de aquel mar asfixiante.
Esperando a Lesbos Estaba sentado en aquel lugar, Queriendo sentir la conjetura De aquel ósculo amargo tuyo. En Lesbos donde la vida es sueño, Y sus besos no se dejan marchitar. Cada vez, me siento lejos del pantano Cuando Leo creo a Lisa, Tú, eras una efímera brisa. En aquella arenisca movediza. ¿Por qué me dejas en tu olvido? ¿Y no me llevas contigo? En tu mundo terciopelado… El desasosiego habita mi alma, Susurrando no caer en tu labio Carmesí apasionado Cuando ella alza sus manos
En mi sueño Tu plétora sumerge sus encantos, En mi cuerpo dolorido, por aquellos Pétalos, que dejaste marchitar por los caminos. No quiero hacerte mía, porque sé, Que algún día sufriré tu recuerdo hundido en aquel ayer. Mejor, olvida este cuerpo sin dueño y vete. Que yo te recordare, quizás, en mi sueño. Aquel sueño del que no me quiero despertar Porque se, que solo así me amarás. Con locura y pasión, de aquella fantasía sin dolor.
María… La vida, el amor me eran esquivos, Hasta que me adentre en tus pupilas. Aquellas ondas tan finas, Acariciando mis esquinas. Cubiertas de aquella boina Parece que me oían, cuando gritaba, Tu nombre ¡María! Bajando del lucero, diáfano. La corriente del destino, Viene a buscar amigo. ¿Quién tú eres? Extraña melancolía Que tu corazón me ama. Y tu figura me cautiva. ¿Serás tú Persephoneia? Que me viene a secuestrar… Con su cuerpo estelar. Quiere ocupar mi feudo, desenfrenado, Por el cantar de tu amor misterioso. ¡Tú! Hechicera, mirando en lo alto de la bóveda, Quieres apagar mi vehemencia con dulzura.
Eres mi despertar. Tú eres mi despertar Porque sin ti, no podría soñar. Aquel amanecer vacío, Parece un mundo sombrío. Contigo me despierto Y percibo aquel anhelo, De vivir aquel momento Con armonía y afecto. Aquel plante constante Que impregna en celosía, Como aquel mar susurrante. Se impregna en su forma. De héroe angustiado Por el proceder del alba, Nunca jamás hallado Por su insignificante savia. Pareciose aquel ¡Demóstenes! Practicante de retórica. Que nunca encontraría, El amor de aquel Mesías.
Tu amor acaricia su rostro Tu amor, acaricia su rostro… Empedernida, de aquella adarga Que le impide ver, a la doncella prometida Que intenta calmar a aquella sustancia dúctil Intentando adentrarse, en su espíritu, desierto, ausente… Se acerca a la oscuridad de su ocelo, Susurrando al oído, la infame promesa, Del alma pura, que vela desde la eternidad, Pero sus alas son como aquella pavesa Condesciende del mortal ¡Luzbel!
Vlad… Aquella doncella, abandono el hogar Que para ella tósigo. Olvidose  ese anochecer, que para ella Era, aquel cadalso de amor… Y marchose a la tierra, de aquel  voivoda Ensangrentado, que ella adoraba… Era Él, aquel magnifico apasionado, De la casta, de aquella dama, desposada Que convirtiose, en su doncella Princesa de aquel desolado Vergel… Su anhelante sed, tiene ahora Encarnado alma.
Si el demonio me viene a buscar. En aquel crepúsculo Yo moriré, Pensando en ti, amor. Si el demonio me viene a buscar, a sus brazos me encomendaré Porque en mi vida tú no estás. Ahora, él me envió a Selene amar en su mundo celestial. Y así, en mi final Déjome amortar, En su pequeño maristan* *maristan=centro de personas con problemas psíquicos. 
¿Sirve de algo mi lágrima caida? ¿Sirve de algo mi lágrima caída? Pues, olvídome aquel amor. No puedes imaginarte, cuan desdichado Es el destino, que agora no está. A las puertas del Ishtar, Me promestiste amar. Con tu cuerpo, más que con tu alma. ¡Ah déjame tu belleza ver! ¡Tu cuerpo pintar! Deja a los ángeles llevarte, A mis aposentos, Amada y venerada Inanna!
Se que has venido a besarme Sé que has venido a besarme hasta que esta vela se apague. Tu amor, alimenta mi mundo interior Lleno de velas apagadas con fulgor. De repente un destello, en lo alto del firmamento veo Él, viene a llevarme, como aquel lucero inapagable. Que todas las noches lo miro, y hablo sobre mis amores sombríos. El viento me llevará, como mi efímero suspiro. Antes de morir querida, yo te pediría no olvides nuestros amores, que en aquellas noches perecían. Alza tus manos, y busca tu destino Pues yo, ya no te veré en este mundo ladino.

¡Dedicado a mi madre!

¡Oh cariñosa y amada madre! ¡Oh cariñosa y amada madre Despertose en las noches, De aquel mundo sombrío. El ataúd  que el Ángel  me preparó Tú supiste esconderlo en las sombras, Bajo aquellas estrellas fugaces. Con su vehemencia, ella por el exclamó ¡Vida, no lo dejes en la muerte! ¡Y déjame el camino para encontrarte! Sus luceros iluminan los océanos azules desde las bóvedas. ¡Oh! madre cariñosa y amada madre. El llego a este mundo lóbrego Como aquella soledad iluminadora, Que con amor se la ganó ahora. ¡Tú Calin, eres aquel hombre Que necesito para que ilumine, Su amor que me cegó. ¡Oh madre, cariñosa y amada madre! Eres el lucero, que ilumina mi camino de aquella espiga cortante.
En ausencia de María. En ausencia de María, Mi alma bella me esquiva Porque te quiere a ti, y tu estas perdida. Te apareces en mis sueños Como aquellos pálidos inviernos, Para torturar mis pensamientos. ¿Serás  tú aquella Afrodita que mis deseos marchita? De mi espíritu atolondrado. Contigo estoy inmerso En la guerra del Peloponeso, solo para conseguir un beso. Tu belleza me aturde Mientras tus senos me aluden, Y el lucero me sacude. Apareciose incesante Tal guerrera caminate Para amarme y saciarme. Para morir tranquilo, En el largo periplo Del camino al paraíso.
Haec mortuis Muerta esta la bella flor Que le mira sin razón. Y le sube a su cadalso A ese pobre enamorado. Él contempla desolado Que le llevó a su caza. De aquella hermosa Diana* Que su mirada, le cautivaba Díjole entonces ella ¿Qué miras con tanta parsimonia? Tus bellas manos Que sostiene aquelos arcos. ¿Miedo tienes de esta dama, que su lucero te apasionaba? No, más bien su ballesta que mi cuerpo atraviesa. Esa fulgurante flecha En su cuerpo se pasea Y destroza la ternura De aquel hombre, esfumándose en su locura.
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Hablando con las alondras Hablando con las alondras Sobre nuestros amores. Vi la luna acercarse, Deleitándome  con sus miradas De aquel Ángel Caídas. Como los tulipanes, el rocío. Desde que mis sentidos te apreciaron Te convertiste, en musa de mis noches Aquellas velas, nunca se apagaran Parece que quieren un deseo, Alejar aquel beso Con el rio que atraviesa tus sienes. Tu mirada furtiva, mirando al abismo. Aquel lucero bajando del universo, Que ilumina tu cariño. Como aquellas baladas de adoración Cautivando mi corazón. Veo la luna brillar en ti, Y el sol, matándonos aquí. Nuestro mundo no es de allí. Llega la noche y empiezo a recordar, Que tú te fuiste sin cesar Una lágrima, por aquel mortal. El lucero se apaga sin ver nunca                                                El mañana Y con él se terminó Aquel amor que nos unió.
En el crepúsculo de la mañana Despertose  atolondrado él, Por el chasquido del alma Que le es leal, Y le viene a buscar, Descendiendo de la negura*. El mismísimo Lucifer, Afilando su doladera. Apareciose de los cielos, Aquella titánide Diosa, Eos, reina de los oceaños Para ampararlo del mortuorio. Cuando la Aurora lo miró, En la negura* se esfumo. Aquellas alas mensajeras Convirtiose en ausencias . *negura=niebla
Cuando tus ojos me miran Cuando tu ojos me miran Mis parpados mueren. Se ilumina mi alma, Que mi corazón alcanza. En ella se refleja Tu tempano veneno. En el que yo me adentro y amo su mundo siniestro. Sus álabes acarician mi cuello envuelto en sus alas de fuego. Lentamente, su amor desaparece Como el lucero, velando su mundo avieso.

¿Acaso puedo amar mi soledad?

¿Acaso puedo amar mi soledad? Tu joven vida que sea, Como aquel mar, en calma mía. Viendo tu pálido rostro Te recuerdo y te añoro. Tú, que nunca dejas de luchar Con aquel guerrero sin cesar. Aquella llave dorada que guardas   En tu corazón, bendice mi amor desolador. Se marchitan las colinas Porque te vas y me olvidas. Los pájaros ya no me cantan. Las estrellas no me iluminan. Mis noches solitarias Llenas de dolor, porque no alcanzan tu amor. Me iré a una nación desconocida Para dar sentido a mi vida. Con tus sombras alimento mi pensar, Porque solo tu misterio, yo puedo amar. Apareciose Deimos, adentrándose en mi calvario. Y dijome que en su cuerpo, ve aquella alma,   Personificada en fuego. De repente, apareciste sentada, en la noche menguante Entonces, vi tus ojos mirando hacia la eternidad. Tus ojos destellan sus lágrimas en mi laberinto, Lleno de pétalos de olvido. ¿Se perdió mi lucero entre sus tinieblas? Él nos mira mientras nosotros Estamo
Aquí podéis leer mis poesías de amor, inspirándome en el gran poeta rumano Mihai Eminescu. Os dejo un poema suyo titulado (Ángel de la guarda)  Ángel de la guarda   Cuando de noche mi alma velaba extasiada, como en sueños, veía a mi ángel de la guarda, envuelto en una capa de sombras y de rayos, tendiendo hacia mí sus alas sonriente; pero en cuanto te vi con tu pálida capa, niña llena de añoranza y misterio, aquel ángel huyó vencido por tus ojos. ¿Eres demonio, niña, pues sólo con una mirada de tus largas pestañas, de tus ojos tan grandes, hiciste que espantado mi ángel volara, él, que era mi santa vigilia, mi amigo fiel? O quizás!.... Oh, baja tus largas pestañas para que pueda reconocer tus pálidos rasgos, pues tú,  tú eres él.